Cuando nos enfrentamos a algo nuevo y desconocido surgen distintos sentimientos, pero hay una sensación ineludible: la incertidumbre, sentimiento que surge al no saber a qué nos vamos a enfrentar o cómo estar preparados para enfrentarlo.
En el ámbito laboral ocurre lo mismo. El primer trabajo, cualquiera que sea, implica un mundo nuevo por descubrir; “¿estaré preparado/a para hacerlo?” “¿qué pasa si cometo algún error?” “¿recibiré algún tipo de capacitación?” “¿cómo será el trabajo?” etc., etc.
Ahora bien, la incertidumbre propia del desconocimiento puede tener dos destinos diferentes:
1) Positivo: como motor para impulsarnos a aprender y a enriquecernos de esta primer experiencia laboral que marcará un hito determinante en el desarrollo de la carrera laboral que se inicia.
2) Negativo: bloqueándonos o paralizándonos frente a los desafíos que se nos presentan, imposibilitándonos de aprender tanto de los errores como de los aciertos, impactando de manera perjudicial en el rendimiento laboral.
Uno u otro destino va a depender tanto de variables internas como externas. Los condicionantes internos, más difíciles de modificar, tienen que ver con la personalidad de cada uno. La capacidad con que una persona puede afrontar situaciones y resolverlas adecuadamente, tanto en condiciones óptimas como adversas. Con respecto a las variables externas, podemos incluir: el estilo de conducción por parte del superior o jefe, el ambiente laboral, la cultura de trabajo de la empresa, la capacitación e inducción que se realice, entre otras.
¿Por qué es tan importante la vivencia que un trabajador tenga de su primer empleo? Porque las personas aprendemos de nuestras primeras experiencias. Un trabajador que haya tenido una experiencia negativa y frustrante, es posible que afronte su próxima oportunidad con desconfianza, inseguridad y negativismo. Claro que esta nueva oportunidad puede revertir la visión respecto al futuro, dependerá de cómo atraviese este “nuevo comienzo”. Y así, cada nueva experiencia es un mundo nuevo por descubrir.
Ahora bien, frente a su primer empleo, ¿qué debiera tener en cuenta este novato trabajador? Aquí le brindamos algunos ítems que pueden orientarlo para enfrentar su primer trabajo:
1) Humildad: La actitud del principiante tiene que ser la de reconocer su desconocimiento.
2) Predisposición al aprendizaje continuo: entender que éste es el momento de aprender, asimilar, escribir la página en blanco, para así muñirse de herramientas que utilizará en el mundo laboral de aquí en adelante.
3) Motivación por el crecimiento y desarrollo personal: en esta etapa inicial, el trabajador deberá focalizarse en adquirir experiencia, crecer personal y profesionalmente. Luego llegará la etapa del reconocimiento.
4) Capacidad de autocrítica: aceptar las correcciones y críticas de quienes están más capacitados técnicamente. Son ellos quienes formarán al aprendiz. Aprovechar el conocimiento del otro.
5) Tolerancia a la frustración: como todo primer paso, el trabajador novato se encontrará con tropezones y caídas. El trabajador que quiera superarse logrará levantarse una y otra vez, sin desalentarse ante los errores, aprendiendo de ellos.
6) Flexibilidad y apertura a los cambios: dejar prejuicios y preconceptos de lado. Muchas veces la teoría dice una cosa pero la experiencia concreta y la práctica nos demuestra lo contrario. No tomar ningún conocimiento teórico como dogma.
La intención de este artículo no es ser una guía o modelo rígido a seguir, simplemente intenta brindar algunos “consejos” que pueden ayudar al trabajador a emprender sus primeros pasos… a partir de allí, cada uno marcará su propio camino.
Ps. Alfonsina Espinosa
Área RRHH
Sosa & Asociados
- Consultoría en Gestión de Pymes -